“Fui al bosque porque deseaba vivir deliberadamente, enfrentar solo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que tenía que enseñar, y no, cuando llegué a morir, descubrir que no había vivido. ”
Thoreau, H. D., Walden (1854)
Aterciopeladas hojas plateadas que embriagan la mente con historia y mitología. Esta es la magia que envuelve y penetra Orégano dictamnus.
Conocido bajo varias denominaciones, como 'orégano de Creta' o 'dittamus de Creta', el epíteto latino dictamen parecería una referencia directa a la montaña griega Dikti, donde nació el dios Zeus, oa la diosa minoica Diktynna, que bautizó a la planta con su nombre.
Es un pequeño arbusto perenne espontáneo en la hermosa y salvaje isla de Creta. Allí crece imperturbable entre las traicioneras montañas, representando aún para la población local la panacea de todos los males: hipertensión, dolores, heridas, tos, pero ante todo la enfermedad incurable del Amor. Multitudes de jóvenes amantes y recién casados se empujaron así a lo largo de los siglos en busca de ese esplendor en flor. Encontrarlo y llevárselo como regalo a la amada hubiera sido presagio y sello de una espléndida vida amorosa juntos.
Quizás así deberíamos considerarnos, buscadores, como tantos otros hombres antes que nosotros, de las bellezas y rarezas que nos ofrece nuestro mundo sin querer nada a cambio. Buscadores hechos de entrega y audacia, los mismos que animaban los corazones de aquellos buscadores de Amor. Y cada vez que consigamos calmar nuestra humilde sed de investigación y conocimiento, tal vez sanaremos al menos en parte los dolores que aquejan nuestra alma y nuestro corazón.